Ricinus communis L.
Ricino
Familia Euforbiáceas
Es un arbusto monoico, perennifolio, que en clima litoral mediterráneo no sobrepasa la altura de 4 metros, aunque en los trópicos alcanza un porte arbóreo de 10 m. Hojas alternas, pecioladas, de limbo palmeado-hendido, con 5-10 lóbulos dentados. Inflorescencia en panícula terminal, con las flores femeninas en la parte superior y las masculinas, en la inferior. La flor masculina presenta un perianto de cinco piezas sepaloideas, con lóbulos divididos casi hasta la base, y androceo poliadelfo. La flor femenina carece de perianto y posee un gineceo sincárpico, tricarpelar y trilocular, con un óvulo en cada cavidad. Ovario súpero, con la superficie erizada de cerdas blandas y tres estilos separados. Fruto globoso, capsular, de unos 25 mm, con largos salientes cónicos, poco rígidos. Semillas de unos 10 mm, brillantes, jaspeadas, con carúncula (ver “Diapositivas de frutos”).
FLORACIÓN
De marzo a junio, aunque no es raro encontrar ejemplares con flores fuera de ese periodo.
HÁBITAT Y DISTRIBUCIÓN
El ricino es de origen tropical (África oriental). Cultivado en las zonas templadas y cálidas del mundo, encontrándose además naturalizada en baldíos, comportándose como nitrófilo. No resiste las bajas temperaturas. Almería: capital, Huércal, Viator, Benahadux, Pechina, etc.
APLICACIONES
El ricino, llamado también higuera del diablo, se cultiva para extraer el aceite de sus semillas, que carece de toxicidad cuando está refinado. Las semillas contienen dos sustancias tóxicas, ricina y ricinina, siendo la primera muy venenosa, pero ambas se eliminan en el proceso de refino.
El aceite de ricino solía usarse como purgante. Se utiliza como lubrificante de motores, para reblandecer el cuero y en la fabricación de jabones y colorantes. De los tallos triturados se obtienen fibras que se emplean para hacer cuerdas y telas de escaso valor.