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ECOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

“Al Departamento de Ecología y Medio Ambiente corresponde ocuparse de los asuntos relacionados con la Biología,
Rufino IEAEtología y la Ecología" (Reglamento de Régimen Interior del Instituto de Estudios Almerienses, Artículo 54) La visión ecológica determina una forma distinta de conocer la realidad. El tiempo de la 
transición   tendrá que modificar muchos criterios para el rigor del significado de un espacio y lo que determina su identidad. Eso ha convertido el concepto ‘Ecología’ en el instrumento de análisis que más influye en la forma de interpretar los acontecimientos y la evolución en estos veinticinco años. No extraña, pues, que el factor medio ambiente sea objeto de protagonismo en las actividades que el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) impulsa, prácticamente en todos lo departamentos. Es el factor de interrelación. Este punto de vista impone jornadas, seminarios, exposiciones, debates, no sólo en el Departamento de Ecología y Medio Ambiente. Comienza a llenarse un gran vacío. Y con ello modifica también la radiografía cultural de la provincia. Todos los territorios de las ideas se ven influenciados por el pensamiento ecologista. El mundo de las ideas se transforma y el pensamiento crítico se renueva desde lo ecológico. La primera etapa del IEA aborda las cuestiones ambientales desde el principio bajo la coordinación del doctor Francisco Santos Gutiérrez. En 1983 se presenta el trabajo becado por el Instituto: ‘Estado actual del litoral de la Bahía de Almería’, por el doctor Jaime Rodríguez Martínez (profesor de Ecología en la Universidad de Málaga). Es el primero de los estudios que se van a impulsar desde el IEA para el conocimiento ambiental de la provincia.

Hermano Rufino Sagredo, en el colegio La Salle.

( Foto: Mullor)

Hermano Rufino

La figura del Hermano Rufino (Villalmondar, Burgos, 1899, Granada, 1991), miembro de honor del Instituto de Estudios Almerienses, casi toda su trayectoria en Almería, en el Colegio La Salle, reconocido como el ’padre espiritual’ de los primeros ecologistas almerienses y una referecia para muchos botánicos, es objeto de especial atención. En 1982 recibe el homenaje del IEA, que pone en marcha el proyecto de edición del libro ‘Flora de Almería. Plantas vasculares’ donde se recoge toda una vida dedicada al estudio de la naturaleza. Unas 3.000 especies están recogidas en el libro, que ve la luz en 1987. Sobre la obra y estudios del hermano Rufino (siempre a la sombra de una heterodoxia reconocida) hay muchas asignaturas pendientes e interrogantes. En 1981 se pone en marcha en Almería un equipo para la publicación ‘artesanal’ del ‘Atlas Básico de la Flora de Almería ’. En una entrevista concedida a Antonio Torres (IDEAL, 17 de enero,1981) el Hermano Rufino reconoce la existencia de ofertas para adquirir su herbolario por parte del Jardín Botánico Nacional (Madrid). El Hermano Rufino declaró al respecto “jamás dejaré que se lleven algo de aquí”, comentaba con satisfacción que “no hay ninguna provincia española que haya llegado a reunir dos mil plantas y nosotros tenemos dos mil doscientas” y ponía en el horizonte futuro el proyecto de una especie de jardín botánico entre Retamar y El Alquián. Explicó sobre la riqueza botánica almeriense que“entre Almería y Cabo de Gata, durante casi todo el año ofrece un aspecto de matojos y lagartos, en cambio se visita este terreno en los meses de febrero y marzo y nos encontramos con una cantidad enorme de plantas variadísimas a diferencia del Norte que tienen todo verde pero la variedad máxima de plantas generalmente son dos”. En 1982, el IEA edita el libro‘Homenaje Almeriense al botánico Rufino Sagredo’. Artífice del homenaje es José Jaime Capel Molina (vocal de publicaciones) junto con Hermelindo Castro Nogueira (Departamento de Ecología y Medio Ambiente), en torno al 83 cumpleaños del Hermano Rufino. El profesor Capel Molinajustificó en el prólogo el homenaje, “el Hermano Rufino ha sido el creador del herbario que con más de 2.200 taxones recolectados en la provincia constituye una espléndida fitoteca regional en uno de los dominios botánicos más interesantes de la península. Con ser significativa su labor docente en el Colegio La Salle de nuestra ciudad, lo es mucho más el trabajo investigador que ha desarrollado y el papel de ejemplo entre sus alumnos. Honradez profesional, dedicación, elegancia y respeto profundo a las opiniones y actitudes ajenas, amor y vocación a la Biología y a las tierras que constituyen su campo de acción, son algunas de las cualidades que conforman su personalidad austera y firme, y que le convierten en un gran pedagogo  capaz de despertar la inclinación a las Ciencias Naturales en sus discípulos y toda persona que con él visitaron los espléndidos paisajes de la geografía almeriense”. El libro homenaje constituye una oportunidad para distintos estudios de la región, con la participación de Capel Molina.

  • (‘La aridez en la Península’), Díaz Garretas
  • (‘Vegetación Psammófila de las costas almerienses’), Asensi Marfil y Nieto Caldera
  • (‘Flora malacitana’), A. Aparicio y B. Cabezudo
  • (‘Catálogo florístico de la Sierra de Algodonales, Cádiz’), P. Montserrat
  • (‘De caryophyllaceis Nonnulis dissertatio prima’), Günther Kunkel
  • (‘Notas acerca de la Morsana en la zona de Almería’), F. Conde y J. Seoane
  • (‘Nuevas aportaciones da la Algología del litoral andaluz’), De Peñafort Malagarriga
  • (‘Herbario de la Estación Experimental de Zonas Áridas’), J. Guerra
  • (‘Catálogo de flora vascular de la Sierra del Torcal de Antequera, Málaga’), Hernández Cardona
  • (‘Las gramíneas de Almería del herbario Sagredo’), Segura Zubizarreta
  • (‘De flora soriana y otras notas botánicas’), Heinrich Frey
  • (‘Recuerdo de un hispanófilo suizo’), Micheline Acquard (notas), Castro Nogueira y Segundo Cañadas
  • (‘Bibliografía botánica sobre el sector corológico almeriense’).

Un momento destacado fue la publicación de la gran obra del Hermano Rufino,’Flora de Almería’(IEA, 1987). El Hermano Rufino escribe para la ocasión un artículo significativo, introducción del libro: “En septiembre de 1956 llegué a Almería on el firme propósito de consagrar la mayor parte de mis tiempos libres al estudio de las Ciencias Naturales en la provincia. Un hecho inesperado iba a determinar, por mi parte, una dedicación especial a las plantas. Poco después de llegar vino el fundador y director del Instituto de Aclimatación, ingeniero agrónomo, Manuel Mendizábal a proponerme que yo continuara la obra realizada por el hermano Jerónimo, que había fallecido un año antes, sobre la flora de Almería. La propuesta me agradó mucho, pero teniendo en cuenta mi edad avanzada y mi salud poco robusta, le dije que no me encontraba en condiciones de escalar muchas montañas y atravesar trancas y barrancas. Entonces me dijo que el Instituto de Aclimatación poseía un coche ‘todo terreno’ con chófer al servicio de los investigadores del Instituto y que naturalmente lo estaría también a mi disposición. Acepté, mas no sabía aún que los coches oficiales no podían salir los domingos y fiestas, y por otra parte, los días laborables yo tenía mis clases como cualquier hijo de vecino, así que no me sirvió de mucho el viejo Land-Rover, en los pocos años que le quedaron de vida al servicio del Instituto. Flora de Almeria IEACon una extrema penuria de medios he ido recogiendo en estos treinta años mi colección de plantas sobre todo, y también la de fósiles, minerales, insectos, moluscos terrestres y acuáticos, etc. En cada uno de esos dominios he encontrado especies nuevas para la ciencia, y ejemplares raros que nadie había citado aún en la provincia, formando con todo ello un Museo que es la admiración de cuantos lo visitan. En estos últimos años son muchos los que han solicitado que publique mis investigaciones y al conocer que no lo hacía por falta de numerario, algunos han acudido a la Diputación, que ha aceptado sufragar los gastos de la publicación de la Flora. Todos sabemos que la edición de una obra científica es muy costosa, por tener de ordinario una composición más compleja y, sobretodo, por el exiguo público que la compra. Una cantidad presupuestaria moderna no permite la presentación de la obra a todo color como hubiera ido mi deseo y el de todos. Por otra parte, mi edad avanzada obliga a emprender cuanto antes la publicación, aunque a uno le agradaría tener un poco más de cuerda para editar a continuación ‘Paleontología almeriense’. Sea lo que Dios quiera.

No siendo Almería aún ciudad universitaria, carece de fuentes vivas y bibliográficas imprescindibles para llevar a cabo debidamente una obra científica como ésta por un solo individuo y por mucha buena voluntad que tenga. Los numerosos amigos, profesores de Ciencias Naturales, ingenieros de montes, ingenieros agrónomos, farmacéuticos, especialistas y aficionados que tantas veces me han pedido que publique esta Flora, espero que sabrán disimular muchas deficiencias que en ella habrán de observar. Deseo que les ayude en sus tareas y que sea un instrumento de trabajo, para ellos y para los jóvenes entusiastas, amigos de las variadísimas plantas de Almería que deseen continuar la tarea, no pequeña, de completar y rectificar lo hecho. Me da la impresión de que se está creando en Almería un ambiente de investigación en el cual pueden surgir equipos de jóvenes, aunque tengan ochenta años, convencidos de ser nosotros los que estudiemos nuestros cosas y no aguardar a que los extranjeros vengan a explicarnos lo que tenemos ante la vista. Cada uno de los tres reinos de la Naturaleza, por ceñirme a las Ciencias Naturales, es un mundo de apasionante investigación. Rufino Sagredo (hermano de La Salle) (IDEAL, 10, diciembre, 1987) ‘el último eslabón botánico’ Los argumentos geológico-históricos, climáticos y biogeográficos empleado por distintos autores para justificar la riqueza y diversidad de la flora en las penínsulas mediterráneas, adquieren especial validez cuando se aplican a la franja litoral del sureste ibérico en donde se localiza la provincia de Almería. La envergadura y complejidad de los relieves que la surcan, alberga todos los pisos de vegetación descritos para las montañas mediterráneas, con diversidad de sustratos geológicos y multitud macroclimas en función de la topografía y de la orientación. Las cuencas de sedimentación mio-pliocenas que circundan estos grandes relieves configuran el sector corológico almeriense en el que la indigencia pluviométrica, torrencialidad e irregularidad de las lluvias, junto con la ausencia de invierno térmico y las elevadas temperatura estivales delimitan un ámbito de aridez que oscila entre el status de estepa mediterránea y el desierto en sentido estricto. El carácter africano y árido de gran parte de la flora almeriense y el elevado número de especies y variedades endémicas ha suscitado, desde comienzos del siglo XIX, el interés de recolectores y científicos, conocedores del extraordinario valor geobotánico del solar almeriense. En general, el litoral, con sus llanuras estepáricas y serranías ha sido más visitado que el interior de la provincia, en donde el complejo Nevado-Filábride y la comarca de los Vélez, aportarán en el futuro novedades al catálogo florístico provincial. Una docena de botánicos de gran prestigio herborizaron en las sierras y litoral almeriense a lo largo del siglo XIX descubriendo numerosas especies nuevas. Ya en el siglo XX (1925) se publicó la obra de Pau ‘Contribución a la flora de España: Plantas de Almería’ que junto al riguroso catálogo posterior de Losa y Rivas Godoy (1968), parcialmente inédito, constituyen las máximas aportaciones de síntesis y la referencia más inmediata de esta Flora de Rufino Sagredo que tenemos el honor de prologar. Rufino Sagredo representa el último eslabón de una serie de botánicos pertenecientes a la congregación de La Salle que trabajaron en Almería en el marco científico del Instituto de Aclimatación, desde los años 40 hasta la actualidad. Su aportación más meritoria, el herbario de la actual Estación de Zonas Áridas, constituye una magnífica fitoteca regional con más de 2.000 taxa, comenzada por Jerónimo Coste (1940-1954) y Durán (1940-1950), completada por Mauricio (1957-1958) y culminada por Rufino Sagredo que desde 1956 se entregó con cuerpo y alma, siguiendo el ejemplo de sus compañeros de comunidad, a la tarea de herborizar en los desiertos y sierras almerienses. Natural de Villalmondar (Burgos, 1899), estudia Filosofía y Letras, pero muy pronto se inclina por las Ciencias Naturales, auténtica vocación que cultivará desde muy joven de manera autodidacta. Sus períodos docentes en Córdoba y Canarias son años de profundización en la mineralogía y botánica. Ya en Almería, como responsable de la Sección de Botánica del Instituto de Aclimatación del CSIC, continúa la obra científica de sus predecesores, ejerciendo al mismo tiempo la docencia y emprendiendo una incansable labor coleccionista cuyo resultado constituye el Museo de Ciencias Naturales del Colegio La Salle, con hallazgos paleontológicos valiosos como la serie de fósiles paleontológicos, los ejemplares epigenizados en yeso y los numerosos restos de balénidos del Mioceno. El fruto científico de su trabajo, publicado muy parcialmente hasta la aparición de este libro, abarca numerosas citas de especies nuevas para la flora provincial, revisión crítica y actualización de areales de todas las especies endémicas o singulares y descripción de varias subespecies, variedades de híbridos, nuevas para la ciencia, herborizados en Almería.

(Hermelindo Castro Nogueira, Vocal de Ecología y Medio Ambiente del Instituto de Estudios Almerienses y director provincial de la Agencia de Medio Ambiente. Prólogo, 1987) Una tierra almeriense para Vivir: la obra del Hermano rufino, sobre la mesa camilla Hace unos cinco años que el Instituto de Estudios Almerienses presentaba, en pleno ambiente navideño, en un espacio íntimo en los locales de una Diputación provincial, todavía en locales provisionales, un libro que tenía el siguiente título: ‘Homenaje almeriense al botánico Rufino Sagredo’. Dentro de un serie de artículos y colaboraciones, nacionales y extranjeros, ofrecía su particular emoción y sentimiento sobre la figura del Hermano Rufino, hoy ya metidos en la agonía final del 87, en la recta final de los años que le acompañan en lo que va de siglo. Cinco años después de aquel encuentro, en cierto modo desapercibido, el Hermano Rufino retorna al espacio de la actualidad y lo hace también de la mano del Instituto de Estudios Almerienses, y un grueso volumen: ‘Flora de Almería: Plantas vasculares’. Es el trabajo de casi toda una vida, desde que en el año 1956 llegara a Almería. Por un lado, el Museo de Ciencias Naturales del Colegio de La Salle, y por otro lado sus aportaciones destacadas al herbario de la Estación Experimental de Zonas Áridas, han servido para configurar multitud de interrogantes sobre la obra escrita del Hermano Rufino, prácticamente desconocida.

Él lo explica muy bien en la introducción. Ya está, pues, la obra del Hermano Rufino, sobre la botánica de Almería, su colección de plantas, como aportación. Hay también más cosas, más que suficiente para el espíritu y corazón de la tierra. Por eso no queda mejor expresión que sintonizar el espíritu sencillo y de científico ‘heterodoxo’ por libre, que en la recuperación de la mesa camilla. Es significativo cómo en Almería el fruto ilustrado de la investigación ha estado en los gestos individuales que se han desarrollado hasta nuestros días. Por un lado, el Padre Tapia, por otro lado, el Hermano Rufino, siempre a su aire, vigilantes de si mismos, y sorprendiendo a la propia Naturaleza. En el Hermano Rufino se produce por su conexión con los sectores juveniles, uno de los pilares básicos de la formalidad del movimiento ecologista almeriense que le reconoció como uno de sus ‘padres’ el año pasado, con la entrega de una placa por el Grupo Ecologista Mediterráneo. Seguramente, antes de que cierre el año, el Instituto de Estudios Almerienses aportará el mensaje de su obra con la presentación-homenaje del libro. Toda una vida sin más silencio que el amor a la Naturaleza, con el estudio, ejerciendo así su doble función de compromiso en todas las direcciones. (IDEAL, 10, diciembre, 1987) El Hermano Rufino recibe la primera ‘Mención Duna 1986’ del Grupo Ecologista Mediterráneo. El entonces director el Colegio La Salle anunció el proyecto de Museo ‘Hermano Rufino’ (IDEAL, 9 enero de 1987) para depositar el fruto de más de treinta años de investigación en la provincia. El director del colegio informó que los planos del proyecto estaban realizados, a la espera de pequeños detalles. Pero también se puso de manifiesto la preocupación, especialmente por parte de los grupos ecologistas. El Hermano Rufino, entonces con 88 años, ha realizado una ingente labor botánica y arqueológica. El Grupo Ecologista Mediterráneo es partidario de crear el Museo de Ciencias Naturales de Almería, con el legado del Hermano Rufino y la importancia que tiene de Almería de la Estación Experimental de Zonas Áridas, uno de los principales centros de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1991, de nuevo se habla de un proyecto siempre pendiente, sobre el legado del Hermano Rufino: el Museo de Ciencias Naturales. El IEA, Agencia de Medio Ambiente y Colegio La Salle están dispuestos a promover el Museo con el archivo y colección de plantas, cactus y fósiles del Hermano Rufino. El Instituto propone la creación de una Fundación para que el Museo sea realidad en 1992. El entonces director de La Salle en Almería, Severino Barra, declara: “Va a ser un museo vivo, es lo que pretendemos, abierto a la investigación con todas las garantías”. Nunca más se supo de la idea. El Hermano Rufino se retiró a Granada, a una residencia, donde pasó los últimos días de su vida. Allí falleció el 26 de febrero de 1991. Unos días antes había concedido la última entrevista (IDEAL, Cristina Villena, 24, febrero, 1991), bajo el título ‘El científico fugitivo’. Declaró a la periodista su pasión por la Naturaleza, “ahora estoy dedicado al estudio de la flora tropical del sur de España, pero me ponen muchos obstáculos. No entiendo por qué se empeña todo el mundo en decir que no estoy en condiciones de trabajar. Puedo viajar en coche, si alguien me acompaña no es tan complicado”. Señaló que para completar ese trabajo serían necesarias 1.300 excursiones, “las mismas que hice en Almería”. En este reportaje, el Hermano Rufino deja constancia de su tesón, no se rinde, se siente vigilado. “llevo año y medio en esta residencia y casi no salgo. Cuando llegue el buen tiempo y los días sean más largos pienso escaparme al campo para buscar plantas y completar mi colección que ya pasa de 2.500”. El final del reportaje es significativo: “Cuántas lamentaciones por tener gana de trabajar y no poder, yo sólo he hecho muchas excursiones con mi piqueta”, suspira. Rufino se escapa cuando puede. Si se le pierde de vista en la sala de estar, en el comedor o en su celda, sus compañeros saben donde encontrarlo. Allí, en la lejanía del paseo, puede verse su figura de un científico fugitivo que con su lupa y una bolsa, trastea entre los arbustos”. Pocos días después, el Hermano Rufino moría en Granada, alejado de su paisaje. Hoy, en el siglo XXI sigue siendo una referencia y una asignatura pendiente. El IEA crea el Premio de Ecología y Medio Ambiente ‘Hermano Rufino’, que en su primera edición (1996) se concede al biólogo Miguel Yanes Puga por su estudio ‘La depredación de nidos en la reserva ornitológica de Las Amoladeras, la primera reserva de aves de zonas áridas creada en el país.

• Miguel Ángel Blanco Martín

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Texto extraido de:

UNA MEMORIA CULTURAL DE ALMERÍA ( 1980-2005)

Una Memoria cultural de Almería ( 1980-2005). 25 años del Instituto de Estudios Almerienses / Miguel Ángel Blanco Martín ; Anexos del Servicio Tecnico del IEA ( Nieves Molina Sánchez) .-- Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 2006

 350 p. : il. ; 30 cm. .-- ( Historia. Estudios ; 7 )

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D.L.: AL-359-2006 ISBN: 84-8108-370-4 Ref.:

HISTORIA [H] - Estudios - Historia- Estudios - Memoria Cultural - Instituto de Estudios Almerienses - Almería

 

Resumen:

Este libro hace un recorrido por los 25 años del IEA, centrándose en lo que culturalmente ha vivido Almería en un cuarto de siglo, enmarcado por las transformaciones de la transición y las inquietudes forjadas para interpretar la realidad de la provincia. Contiene los aspectos fundacionales del Instituto, el punto de vista de los sucesivos presidentes de la Diputación, de sus seis directores, así como de los protagonistas en los departamentos.