Las coníferas, grupo al que pertenecen los pinos, los abetos o los cipreses, son las gimnospermas más frecuentes e importantes, tanto desde el punto de vista económico como ecológico.
Las gimnospermas son una de las dos divisiones de las espermatofitas (plantas con semillas), constituyendo, aproximadamente, el 1 % del total de especies vegetales existentes, lo que supone unas 700. Se caracterizan, entre otras cosas, por la presencia de flores unisexuales, carentes de perianto y de ovario. Etimológicamente, gimnosperma deriva del griego gimnos, desnudo y sperma, semilla.
Aunque es muy frecuente referirse a las “fructificaciones” de las gimnospermas, debe tenerse en cuenta que estas plantas no producen auténticos frutos, puesto que no tienen los rudimentos seminales encerrados en un ovario (como es el caso de las angiospermas). De forma que, tras la polinización y la consiguiente fecundación, resulta una estructura que contiene las semillas, pero que no es un fruto propiamente dicho, al no existir ovario ni pericarpo (formado al desarrollarse la pared ovárica). Estas fructificaciones o falsos frutos tienen forma cónica en los pinos y más o menos esférica en los cipreses (en ambos casos las brácteas son leñosas y en la madurez se separan liberando las semillas).
Las coníferas son árboles o arbustos leñosos, frecuentemente resinosos, perennifolios, con hojas simples, enteras, sésiles, aciculares o escamosas. La mayoría son especies monoicas, es decir, presentan estructuras reproductoras masculinas y femeninas por separado aunque en el mismo pie de planta. La denominación de coníferas se debe a la presencia de formaciones características, llamadas conos. En los conos masculinos están las escamas poliníferas, y en los femeninos, las ovulíferas o seminíferas. Estas escamas o brácteas, más o menos modificadas, portadoras de los sacos polínicos o de los rudimentos seminales, se agrupan en torno a un eje central formando los citados conos.
Así, pues, las coníferas se pueden definir como gimnospermas de porte arbóreo o arbustivo, con hojas persistentes (aciculares o escuamiformes) y fructificaciones en conos.
Las coníferas están distribuidas por los dos hemisferios y adaptadas a las más diversas condiciones ambientales, siendo más frecuentes en las zonas templadas y frías. Por lo que respecta a la utilización de la madera, las aplicaciones son muy variadas: construcciones, puentes, postes, revestimientos, puertas, ebanistería, obtención de celulosa para la fabricación de papel, etc.
La repoblación forestal a base de coníferas no se hace únicamente para el aprovechamiento de la madera, sino para el sostenimiento de tierras y la regulación de las precipitaciones pluviales. En este trabajo, titulado Coníferas de repoblación, se han considerado especies de las familias Pináceas y Cupresáceas, y va ilustrado con numerosas fotografías de ejemplares localizados en la sierra de Los Filabres (Almería).